Inteligencia colectiva para innovar

Enrique Dans: “La colaboración no es una tecnología, es un comportamiento”. Blog de Enrique Dans.

Colaboracion Dans

Por muy bueno que sea el despliegue tecnológico, si no existe un sustrato cultural en la empresa que acoja la colaboración como un proceso natural y necesario, es bastante difícil que se consigan los objetivos previstos por la inversión.

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Todos conocemos, y algunos hemos vivido en primera persona, experiencias de implantación de herramientas colaborativas de vanguardia que han terminado siendo un fracaso porque su grado de utilización real estuvo muy lejos de las expectativas generadas. 

Enrique Dans nos recuerda algo que parece una obviedad, pero que errores como los que comentamos antes demuestran que para muchos no lo es: la tecnología no soluciona nada sin un cambio cultural que favorezca un uso coherente de la misma.  

Eso es más crítico aún en el caso de las herramientas de colaboración y de generación de contenidos, porque necesitan de una implicación clara a todos los niveles, y de una sensibilidad hacia las dinámicas participativas que sólo puede darse en aquellas organizaciones que se han preparado para sacar el máximo de provecho a esas tecnologías. 

Por muy bueno que sea el despliegue tecnológico, si no existe un sustrato cultural en la empresa que acoja la colaboración como un proceso natural y necesario, es bastante difícil que se consigan los objetivos previstos por la inversión.

Como dice Dans: “Por alguna misteriosa razón que puede resultar difícil de comprender y que puede ir desde la buena fe, hasta la pericia a la hora de vender de determinados implantadores, directivos hechos y derechos llegan a pensar que solucionarán sus problemas de comunicación o colaboración interna simplemente implantando una herramienta, como si aquel ‘si lo construyes, ellos vendrán’ fuese una verdad absoluta”.

Las empresas que saben sacar más provecho de las tecnologías colaborativas son sobre todo aquellas en las que ya se practicaba la colaboración antes de implantarse la tecnología “aunque fuera mediante notas escritas en avioncitos de papel”.  Pero si esa cultura no existe, si lo que impera es una estructura jerarquizada que prima el organigrama por encima de todo, las herramientas terminan siendo pobremente aprovechadas, y lo que es peor, muchos directivos terminan echándole la culpa del fracaso a la tecnología.

A esta reflexión de Enrique Dans, que me parece acertada, añadiría una mirada complementaria (que incluso puede contradecirla). Me refiero a aquellos casos en los que se pueden utilizar las tecnologías colaborativas como “Caballo de Troya” para contribuir al desarrollo de una cultura participativa que antes no existía. Pero esto solo funciona cuando dentro de la organización hay directivos hábiles y con influencia que están dispuestos a hacer de “troyanos” usando como aliada a la tecnología.

Para leer el artículo completo: “La colaboración no es una tecnología, es un comportamiento”.

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