Inteligencia colectiva para innovar
Inés Skotnicka:"Reseña del libro “El pingüino y el Leviatán” de Yochaí Benkler"
El último libro de Benkler sostiene que los humanos no son tan irremediablemente egoístas y retrógrados socialmente como los economistas nos quieren hacer ver.
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He comprado el libro “El pingüino y el leviatán: Por qué la cooperación es nuestra arma más valiosa para mejorar el bienestar de la sociedad” de Yochai Benkler hace algunos meses en Amazon para mi Kindle. Me gustó tanto que después lo adquirí en castellano y soporte papel, porque me pareció una obra de consulta que valía la pena tener a mano. Voy a compartir aquí algunas de mis impresiones sobre el libro en esta reseña, por si te animas a leerlo también.
Yochai Benkler, desde su cátedra en la Universidad de Harvard y en calidad de miembro del prestigioso Berkman Center for Internet and Society, desde hace varios años centra su investigación en el procomún, las redes y la colaboración.
En su libro anterior:”La Riqueza de las Redes”, demostraba cómo las redes digitales están permitiendo que nazcan, se difundan y se mezclen “los bienes comunes basados en la producción entre iguales” y que se produzca una integración social de los mercados. Este estudio mina los pilares de la ideología de libre mercado y sus premisas acerca de la identidad, el individualismo y el comportamiento humano, centrándose en los nuevos hallazgos científicos sobre la cooperación humana.
En “El Pingüino y el Leviatán” se nos dibuja una visión exhaustiva pero sencilla de la colaboración y de cómo esta se percibe desde el prisma de la economía, la sociología, la neurociencia y la biología evolutiva, entre otras disciplinas. El autor reflexiona sobre cómo la colaboración es una de las herramientas más valiosas para mejorar el bienestar de la Sociedad. En el libro se describen estudios científicos y un sinfín de ejemplos, basados en Internet en su gran mayoría, que revelan esta idea-fuerza:
Los humanos no son tan irremediablemente egoístas y retrógrados socialmente como los economistas nos quieren hacer ver.
Hay algunas partes del libro que me han impresionado especialmente, quizás por la situación global de crisis a la cual nos ha arrojado un mercado tan feroz y poco colaborativo. Por ejemplo:
“¿Por qué no nos sentamos y lo hablamos? A los economistas les gusta pensar que hablar es (demasiado) “barato”. Lo que quieren decir es que cuando personas con intereses opuestos hablan entre sí, si no se vinculan mediante un contrato en el que se hacen promesas y el dinero cambia de manos, comunicarse no vale absolutamente para nada.”
Si nos fijamos bien en esta afirmación y vamos más allá de la mera crítica al enfoque economicista, creo que podemos entrever un potente manifiesto de cuál es la base de toda la colaboración: Hablar-escuchar-entenderse. Sin esa idea-principio, tan básica, pero a la vez tan esquiva para muchos, vamos a caer en los errores que tan bien explica Amalio en su reciente artículo“¿Por qué colaboramos tan poco, y tan mal?")
“Aunque “Hablar es barato” puede ser una frase pegadiza (y obviamente hay ocasiones en las que es acertada), cuando se trata de la ciencia de cooperación, la comunicación adquiere enorme importancia tanto en los escenarios controlados, como en el mundo real”- Benkler se basa en ejemplos de estudios de David Sally sobre jugadores, de Elinor Ostrom y sus colaboradores, y del buque insignia de la colaboración:Wikipedia, argumenta que se ha demostrado que “abrir canales de comunicación, facilita la cooperación y evita algunas de las presunciones típicamente individualistas.”
Incluso, gracias en gran medida a la proliferación de las tecnologías de información, se dan ejemplos claros de cómo “hablar” repercute directamente en beneficio de una organización. Cita ejemplos como la plataforma Couchsurfers o la de coches compartidos Zipcar.
También me ha encantado la argumentación de Benkler sobre por qué ha persistido tanto el mito del propio interés. El autor considera la presunción del propio interés como parcialmente correcta pero incompleta, y se cuestiona que sea suficiente para la supervivencia económica y social. “La prometedora perspectiva de la cooperación no es un tonto sueño utópico. Se basa en algunas de las mejores obras y en las investigaciones más rigurosas de la ciencia conductual” afirma Benkler antes de enumerar varios ejemplos desde los teólogos medievales, hasta a Edward O. Wilson autor de “Sociobiologia”.
Pasito a paso, llevando al lector de la mano, el autor desmantela algunas creencias, muy populares (aunque sin fundamento científico) que en un grado significativo rigen nuestro comportamiento. No deshecha ideas como la de que el ser humano posee un “gen egoísta” sino que ubica correctamente este concepto en lo que lo envuelve- la biología evolutiva. “ […], de hecho, un acto “egoísta” tal como lo defienden los biólogos evolutivos es simplemente cualquier conducta que maximiza las probabilidades de transmitir los genes a la siguiente generación”. Pues parafraseando, me atrevería decir que ya hace tiempo deberíamos haber comprendido el egoísmo así: menos “destruir el competidor” y más “dejar que nuestras hormonas vayan de fiesta más a menudo”
Benkler indica que las ciencias que explican la evolución son un reto para este concepto del “gen egoísta” de Richard Dawkins ya que sólo funciona a nivel de los individuos y no de los grupos. Siguiendo este razonamiento cita el profesor de biología de Harvard, Martin Nowak, quien afirma:
“Tal vez el aspecto más destacable de la evolución es su capacidad de generar la cooperación en un mundo competitivo. Por lo tanto, podríamos añadir “la cooperación natural” como un tercer principio fundamental de la evolución además de la mutación y la selección natural”.
Tampoco hay que olvidar otros ejemplos que denotan la existencia de factores biológicos relacionados con la cooperación-reciprocidad tanto en hormigas, parásitos y ovejas, como en humanos.
“Bueno y cooperador no siempre son sinónimos. De hecho, algunos de los actos más crueles e inhumanos han sido cometidos por individuos profundamente colaboradores”
Otro aspecto que según Benkler define por qué y cómo colaboramos es la vertiente psicológica de las personas. Su obra nos hace ver cuáles son los pilares de comportamientos egoístas o cooperativos, tales como: “el hecho de tener una diferente serie de necesidades y objetivos, la importancia de la situación a la hora de determinar cómo se desencadenan, y la personalidad”.
No es que algunos no seamos capaces de colaborar, sino que quizás nos va a costar más esfuerzo.
Benkler nos muestra cómo podemos aprovechar el poder de la cooperación humana para mejorar los procesos empresariales, diseñar una tecnología más inteligente, reformar nuestro sistema económico, maximizar las contribuciones voluntarias a la ciencia, reducir los delitos o aumentar la eficacia de los movimientos cívicos, entre otras muchas cuestiones.
“El Pingüino y el Leviatán” no sólo cuestiona muchas de las formas en que vivimos y trabajamos, sino que también nos obliga a replantearnos por completo nuestra visión de la naturaleza humana. Y citando una vez más una frase del autor (que suscribo totalmente): “Debemos construir una cultura de colaboración, no implementar una colaboración de las diversas culturas”.
La colaboración comienza en la mente de las personas, no en la herencia y adaptación de la cultura empresarial existente
Para evitar una visión demasiado conformista del libro, he de decir que el autor no llega a explorar a fondo aspectos más prácticos que pueden hacer posible los modelos de colaboración que propone; o si plantean algún tipo de singularidad que haga difícil o imposible su réplica a escala global. A su favor consigue catalogar y documentar los principios que deben seguirse para diseñar sistemas colaborativos; aunque a mí me queda la duda de si lo que intenta es observar el funcionamiento real de los sistemas cooperativos, o solo establecer un marco a partir del cual se puedan diseñar esos sistemas en el futuro.
Resumiendo, el libro es un estupendo examen de la cooperación entre individuos y de los sistemas diversos que hemos construido para ese fin en diferentes momentos y lugares; y propone un conjunto de principios que hacen posible que un sistema cooperativo funcione. Contiene muchos ejemplos y preguntas que ayudan a pensar; desde algunas muy profundas hasta otras más simples y cotidianas (como mi favorita:“por qué hacemos cola”). No quiero desvelar todos los detalles del libro, ya que seguro vamos a oír hablar bastante de esta referencia bibliográfica (véase Update8 de Infonomia) y vale la pena que cada uno pueda hacerse su propia opinión después de su lectura.
Si merece la pena dedicar el tiempo para leerlo- sin duda! Si es una lectura adecuada para el verano- claro!
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