Inteligencia colectiva para innovar

Juan López Sierras: “Cómo distinguir a un pre-emprendedor de un emprendedor”

Estás listo

En el camino hacia la creación de tu empresa hay un momento, justo antes de poder llamarte emprendedor, en que todo lo que tienes son ciertas intenciones o ideas. ¿En qué momento pasas de ser pre-emprendedor a emprendedor?

Tags: emprededoremprenderjuan lopez sierraspre-emprendedor  View Comments

Hace unas semanas participé en una mesa redonda en el Congreso Emprender en Redes Sociales. Fue una experiencia interesante pero, como parece común en estos casos, lo que más me han hecho reflexionar son las conversaciones de pasillo que tuve con varios amigos y conocidos que pude encontrarme allí.

Escuché a muchas personas que se encontraban justo a punto de lanzarse a ser emprendedores, formándose y asistiendo a ese tipo de eventos antes de decidirse a dar el paso definitivo. El tema que más veces me preguntaron fue cómo y cuándo se produjo ese momento casi mágico en el que me decidí finalmente a crear mi empresa.

Es curioso, porque es justo lo mismo que yo me preguntaba cuando estaba a punto de hacerlo, ¿en qué momento se convierte en un proyecto serio de empresa y deja de ser una idea casi loca? ¿Cuándo puedes decir que realmente eres un emprendedor y no lo que podríamos llamar un pre-emprendedor?

Steve-jobsNo sé si la respuesta que esperan los que están justo en ese límite ahora es que te sobrecoge un momento de epifanía gloriosa, se te erizan los pelos de la nuca (quién los tenga) y se te aparece Steve Jobs iluminándote el camino con IPods parpadeantes. O eso o te llega un email con el Badge de FourSquare: “Entrepreneur are you”, con una foto de Yoda. Ni mucho menos, suele pasar un poco más desapercibido, pero vale la pena profundizar más para encontrar una respuesta.

Definiendo al Pre-Emprendedor

Estas conversaciones me llevaron a pensar que realmente, en el contexto económico que estamos y los índices de paro tan altos que hay en España, nos encontramos rodeados de personas que se plantean emprender como una opción real. Podemos llamarlos Pre-Emprendedores, como hace Javier Echaleku (@echaleku) en su blog cuando habla de tipos de emprendedores, en una de las pocas referencias que podemos encontrar acerca de este fenómeno.

Echaleku habla de que se trata de “profesionales que tienen una idea y quieren desarrollarla pero no tiene experiencia previa, están empezando”. Coincido con él en que se trata de una persona que está empezando, sin embargo, podemos decir que está empezando un nuevo proyecto, pero no estoy de acuerdo en afirmar que no tiene experiencia previa. Puede tenerla, ya sea como emprendedor o no, y que en ese momento de su vida de nuevo esté pensando en lanzarse.

Desde mi propia experiencia, siempre he pensado que un pre-emprendedor era aquella persona que tiene inquietud por emprender y se encuentra en predisposición de hacerlo. Puede darse el caso de que no tenga una idea definida y simplemente sienta que quiere/necesita hacerlo o, por el contrario, que tenga miles de ideas y no sea capaz de escoger una.

Está empezando a plantearse tener un rol más activo en su futuro profesional, pero todavía no tiene muy claro si será capaz o si “eso de emprender” es para él. Encontraremos también personas que han fracasado en proyectos anteriores o simplemente se han hartado, aburrido o dado cuenta que la anterior idea que eligieron no les llevaba a ningún sitio.

Quiénes son los Pre-Emprendedores

Esta definición de pre-emprendedor era un tanto personal así que aproveche el marco del congreso que he citado antes y otras ocasiones que he tenido para validarla. Preguntando, puede averiguar que hay varios caminos que conducen a las personas hasta a ese punto:

  • Tienen espíritu emprendedor real: siempre han pensado que montárselo por su cuenta es una opción tan válida y atractiva como trabajar por cuenta ajena. Puede que incluso lo hayan preferido desde el principio.

Activo

  • Han sido despedidos de su trabajo y no encuentran otro: han buscado activamente empleo tras su despido y no son capaces de encontrarlo. Y, aunque, tienen una amplia experiencia en su área. Pueden ser personas de cierta edad u otras que hayan empezado a trabajar muy jóvenes.
  • No encuentran el trabajo que les gusta o para el que se han formado: suelen ser jóvenes universitarios muy preparados a los que el mercado laboral no puede ofrecer un puesto acorde a su nivel de formación. Puede que ya estén trabajando en algo, pero sueñan con algo mejor o con lo que se sientan más realizados.

Aunque parecen caminos muy diferentes, todos ellos están relacionados por el nivel de riesgo que cada persona asigna a las diferentes opciones que tiene. Los que cuentan ya con el “espíritu emprendedor” tienen una alta tolerancia al riesgo, por lo que para ellos independizarse laboralmente es algo casi natural y tiene el mismo riesgo que un trabajo por cuenta ajena.

En el segundo y tercer caso, se trata de personas que antes percibían emprender como algo mucho más arriesgado que cualquier otra opción. Lo típico, un trabajo o una oposición como las opciones más “viables”. Sin embargo, han sufrido ya tantas desilusiones, les han dado tantos palos que empiezan a mirar con buenos ojos esa opción que tenían aparcada.

Para mí, estos dos últimos casos son tan válidos como el primero. Su percepción del riesgo hacia emprender ha bajado y puede que no sólo debido a esas desilusiones, sino también a que cada vez la sociedad cada vez valora más a los emprendedores, tenemos más visibilidad y opciones de formación.

El cambio de pre-emprendedor a emprendedor

Las personas que se deciden a crear su propia empresa a partir de un cambio en su mentalidad debido al entorno, corren el peligro de no saber si se están dejando llevar por las circunstancias o realmente quieren emprender. Les puede ocurrir lo que cuenta uno de los personajes de Haruki Murami en su libro Crónica del pájaro que da cuerda al mundo: "Cuando uno se acostumbra a no conseguir nunca lo que desea, ¿sabes qué pasa? Que acaba por no saber incluso lo que quiere".

Quizás, por ejemplo, tengan los conocimientos necesarias para lanzar esa idea que les está rondando la cabeza pero no tienen la convicción necesaria para decidirse a dar el paso. Por el contrario alguien puede estar muy convencido de querer ser emprendedor y creer tener la mejor de las ideas, pero si no tiene conocimiento, recursos, experiencia o contactos en esa área, las probabilidades de fracaso se multiplican.

Este último perfil puede corresponder a otra de las categorías que cita Echaleku, el “Emprededor de Ilusión”, persona que quiere emprender y todavía no tiene claro cómo. Tiene tantas ganas que piensa que ya es emprendedor. De nuevo, discrepo ligeramente con este autor, yo considero que en ese estadío todavía se puede considerar un pre-emprendedor, pero desde luego es la frontera más difusa de toda la clasificación.

Entonces, ¿cuándo y cómo se produce realmente ese cambio de pre-emprendedor a emprendedor? ¿Veré carteles luminosos anunciándolo? Me temo que no. Sin embargo sí que podemos establecer dos momentos que se encuentran justo en la frontera entre ser un pre-emprendedor y un emprendedor.

·         Si validas la idea frente a ti mismo ya eres un emprendedor

Para mí, el primer punto de inflexión se encuentra en el momento que puedes validar tu idea frente a ti mismo, antes incluso de que salgas a investigar el mercado. Me refiero a que además de creerte capaz de llevarla a cabo, verdaderamente eres capaz de hacerlo: tienes los conocimientos, experiencia y habilidades suficientes para desarrollarla o conoces a las personas adecuadas que se pueden asociar contigo para complementarte. Además, sientes tanta pasión por la idea que compensa con creces el riesgo de desarrollarla y cuentas con el tiempo y el dinero necesarios para, al menos, empezar.

·         Si creas una idea a partir de tus capacidades ya eres emprendedor

La segunda fórmula puede ser realizar un análisis minucioso de ti mismo para esbozar a partir de ahí una idea. Empiezas por definir con detalle tus conocimientos, herramientas, habilidades, contactos e incluso tus pasiones y los rasgos de tu personalidad. Después, simplemente se trata de que enlaces unos con otros para generar un primer esbozo del tipo de empresa o negocio que podrías, te gustaría y te sentirías feliz creando.

Ya sabes que puedes hacerlo, ¿lo vas a hacer o no?

Supongo que te preguntarás, ¿por qué he escogido concretamente estos momentos? ¿En qué me he basado?

Me baso en que si has sido realmente sincero en tu evaluación personal para validar la idea frente a ti mismo o crearla a partir de tus capacidades, el fracaso de lo que es todavía tu proyecto comienza depender directamente de tu trabajo.

Antes de esos momentos, o no sabías qué hacer o tu proyecto era una idea loca e imposible que deliraste un día en la ducha. Ahora ya sabes que eres capaz de llevarla realmente a cabo, y eso cambia radicalmente tu propia perspectiva sobre la idea y tu futuro. La elección ya deja de ser entre emprender o no emprender, sino en cuál va a ser tu próximo paso como emprendedor para desarrollar tu idea.

Aún te va a dar miedo y ten por seguro que te va a costar toneladas de trabajo pero una vez que sabes que de verdad puedes hacerlo, sólo te queda empezar a andar, un pie detrás de otro. Y te repito, no se te va a aparecer el creador de Apple en forma de ángel de la guarda, pero te sentirás diferente, eso sí te lo prometo y podrás empezar a llamarte a ti mismo emprendedor.

 

 Puedes descargar el artículo en pdf aquí: "Cómo distinguir un pre-emprendedor de un emprendedor"

Este documento está en la microsite de Emprendedores Innovadores, donde puedes consultar más contenidos sobre el tema. También te recomendamos visitar el Boletín [Nº19] con una selección de los mejores artículos del mes escritos por el equipo de emotools.

Comentarios