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Amalio Rey:"En defensa del buen Power Point"

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La cruzada contra el PPT es hipócrita e injusta. Es solo una herramienta. El problema está en cómo la integramos en la lógica narrativa. El autor explica por qué la sigue usando.

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Estamos desde hace un tiempo en una especie de cruzada contra el PowerPoint que a mí me parece hipócrita. Hay opiniones lúcidas que suscribo en la línea de criticar la cultura asociada al uso erróneo de la aplicación. Pero también mucha demagogia a la que después se han apuntado periodistas, blogueros y tuiteros por el efecto-rebaño o con el fin de llamar la atención.

Al PowerPoint le pega la metáfora de la muleta, un instrumento que es muy útil para suplir carencias, pero que si se usa mal puede acomodar y perjudicar a quien lo usa.

La cruzada comenzó con el famoso ensayo de Franck Frommer El Pensamiento PowerPoint, que mezclaba alertas sensatas con exageraciones. A partir de ahí, se han dedicado al PPT un sinfín de epítetos que van desde llamarle herramienta “peligrosa y manipuladora” a “aburrida, artera y anestésica”.

El asunto ha llegado tan lejos que, como quizás sepas, en Suiza se fundó el año pasado el Partido Anti-PowerPoint, que después se ha visto que respondía en parte a maniobras de marketing y que no llegó a ninguna parte. Incluso el gran Edward Tufte le ha llegado a llamar “el diablo” en su famoso artículo de Wired “PowerPoint is Evil” porque según él “degrada la calidad y credibilidad de la comunicación, induce a la estupidez y lo hace todo aburrido”.

Pero lo curioso es que a pesar de tanta censura, seguimos viendo a los ponentes (incluso algunos que han criticado la “cultura PowerPoint”) usando programas de presentaciones con el mismo entusiasmo y frecuencia de siempre, así que algo (muy) bueno debe tener el denostado trasto para que el personal continúe enganchado.

Lo mismo me da el PowerPoint, que otras Slideware. En el fondo es igual.

Digo PowerPoint porque es el más usado (y vilipendiado), pero también me valen Prezi, Keynote u otras herramientas para diseñar presentaciones. Hablo en general de cualquier “Slideware” porque aunque sé que hay diferencias, incluso Prezi que es la más innovadora sigue siendo en esencia lo mismo: una muleta que ayuda al ponente a gestionar el discurso narrativo con una mayor sensación de control porque pauta un orden y unos contenidos mínimos en la exposición.

Los que creen que pasándose a Prezi, que es más cool, resuelven el dilema; de nuevo caen en el error de estigmatizar las herramientas.

En mi opinión, Prezi es más flexible en la fase creativa de diseño por su lógica de sábana, que es menos secuencial, pero su efecto puede ser hasta peor en la fase de exposición, porque es más espectacular y a menudo genera distracción en la audiencia.

Inconvenientes potenciales de estas herramientas:

Voy a empezar por reconocer que todas esas aplicaciones tienen, en principio, los mismos inconvenientes potenciales:

1.Pueden coartar la frescura e improvisación del ponente: La presentación lo “encierra” en un guión predeterminado.

2.Facilitan la tendencia a leer: A veces se repiten fatigosamente los contenidos de las diapositivas, en lugar de que el orador articule una narrativa más personal.

3.Fomentan la superficialidad y la estética-por-la-estética: Esto ocurre cuando se tiende a primar la forma sobre el contenido (“interesa más la exhibición que la argumentación”)

4.Propician una excesiva simplificación: A veces parece que la complejidad de un problema se puede reducir a unas cuantas diapositivas, como si allí estuviera todo dicho y no hubiera que profundizar más.

5.Crean discursos estándar: Se hacen presentaciones oficiales que después son transferidas a otras personas para que repitan un hilo prefabricado sin comprenderlo realmente.

6.Dispersan la atención: Puede haber saturación de textos y/o de imágenes que distraigan de lo principal, o de las ideas que expone el ponente.

7.Imponen una comunicación unilateral: No hay interacción, ni diálogo, sino un discurso concebido sólo-para-escuchar.

Está bien que se nos prevenga de estos potenciales efectos perversos, pero son riesgos que se dan también en otros ámbitos y es el ponente quien puede mitigarlos.

No es la herramienta, sino el modo de pensar, y de usarla:

Me consta que hay soluciones para los riesgos potenciales que cité antes. Por ejemplo:

- No hay por qué leer, si la presentación se usa como un verdadero complemento.

- Una presentación se puede interrumpir en cualquier momento para lanzar preguntas y generar diálogo con los asistentes en torno a una diapositiva. Insisto, el PPT puede usarse para plantear preguntas, en lugar de respuestas cerradas.

- Es posible jugar con imágenes que dejen las propuestas abiertas, en lugar de textos que son más puntillosos.

- El ponente no debe “competir” por la atención con las diapositivas. Éstas pueden usarse como soporte, para fijar ideas-fuerza, que se exploran y profundizan en la narrativa oral. He visto a ponentes que interactúan con la presentación con una complicidad increíble.

Las presentaciones no tienen por qué ser cerradas, sino un dispositivo al servicio de la “cultura del boceto”. Se deben concebir como artefactos que inspiren la reflexión autónoma.

En una entrevista que hace Sintetia a Gonzalo Álvarez (@ArtePresentar), éste deja claro que el PPT es sólo una herramienta, y por qué deberíamos excusarla de una buena parte de la responsabilidad que le achacamos:

“El PowerPoint es una mera herramienta. Si una persona es incapaz de alumbrar ideas brillantes y de articularlas en un discurso coherente, que use PowerPoint para exponer al mundo sus sandeces no hace culpable a la herramienta de su incapacidad de pensar. Si una persona se limita a volcar en sus intervenciones en público montañas de información desestructurada y es incapaz de adaptarla a la audiencia, ¿culparemos de ello al PowerPoint porque sea la herramienta elegida para vomitar esa indigestión de datos?”.

Yo mismo escribí en octubre de 2010 un post con el título de “Sin PPT y con Google Moderator” en el que describía la estupenda experiencia que tuve de dar una charla sin diapositivas:

“Me fui sin nada, con mis apuntes en manuscrito bajo el brazo. La verdad es que al principio me sentí algo perdido por la ausencia de esa especie de guía-bastón en que se ha convertido para mí el PPT, pero me dejé llevar. Se me fue el tiempo volando porque el taller fluyó por territorios improbables, dispusimos de mucho más tiempo para el diálogo al ahorrarme el tedio de explicar una secuencia rígida de diapositivas, y algo que me divierte mucho: volví a la tradición visual e interactiva de la pizarra. La necesidad de improvisar sobre la marcha me obligó a encontrar nuevas formas de explicar las cosas. Y si uno se divierte, eso se nota”.

Razones por las que uso el PowerPoint:

Soy consciente que esa comodidad que sentí en aquella charla no es generalizable a otros contextos formativos, ni puede servir para negar las ventajas que tiene un uso correcto de esa herramienta. Así que voy a contar las razones de por qué yo, y unos cuantos, seguimos usando el PPT:

- Aporta estructura y un hilo coherente: No vamos a negar que fija cuestiones de antemano y que marca un guión predeterminado pero… ¿Cuántos de nosotros somos capaces de “charlar” ante un gran público de un modo lógico y elocuente, sin un guión, un orden y una estructura?

- Ayuda a tratar temas en los que todavía no somos tan expertos: Vale, reconozco que a más dominamos un tema, menos necesitamos de muletas. Pero mientras tanto, ¿qué hacemos? ¿cómo nos atrevemos?

- Genera una sensación sana de control: Mientras más exigente es la audiencia, y más vulnerable nos sentimos por ello, más necesidad de dominio sobre el hilo discursivo. El PPT marca unas pautas, y mitiga la terrible sensación de “quedarnos en blanco” porque ¿Quién no sufre algo de “miedo escénico”? No sé cuantas charlas he dado ya en mi vida, en grandes auditorios, y sigo poniéndome nervioso.

- Permite gestionar los tiempos: Esto no es ninguna tontería. Ya sabemos lo difícil que es encajar una charla dentro del margen temporal que nos conceden. Las diapositivas son un recurso que sirven para estimar la duración.

- Fija ideas-fuerza: Le doy mucha importancia a esto porque una buena presentación ayuda a documentar, a hacer menos líquida la oralidad que es muy vaporosa.

- Abre la reflexión sobre los datos: Al contrario de lo que se dice, poner una diapositiva con datos, una tabla o gráfico, es una forma de abrir una hipótesis al escrutinio público. Es mucho mejor que citar un dato oralmente, que cualquiera puede olvidar. Es más fácil juzgar/reflexionar sobre un gráfico que se pone en pantalla, que si se comenta de prisa.

- Facilita la difusión: Ahora con las redes sociales, se agradecen las presentaciones para poder tuitear ideas, frases y conceptos.

- Incorpora el código visual en la narrativa: Ya sabemos que una imagen vale más que mil palabras: ¿y cómo “cuentas” una imagen sin la ayuda de una diapositiva? Una foto o dibujo bien elegido (no como un mero subterfugio estético) puede tener un poder enorme para estimular a la audiencia.

La necesidad de una muleta también depende del formato de evento en que se participe. En espacios cercanos y pequeños, vale… te pones a conversar… pero en una conferencia, el PPT ayuda bastante. Sin embargo, en coloquios o “mesas redondas” no tiene ningún sentido a pesar de lo mucho que se usa en ellas.

El formato 1.0 de los eventos hace que nos veamos obligados a usar más el PPT. Hay mucha ponencia y poca conversación. Y para las “ponencias”, el PPT es un recurso óptimo.

En resumen, se cometen muchos fallos en el diseño de la arquitectura de una exposición que termina usando el PPT (o cualquier otra aplicación) como soporte. La preocupación es lógica, pero el problema no está en la herramienta, sino en cómo la integramos en nuestra lógica narrativa o conversacional.

Por eso veo la cruzada contra el PPT algo hipócrita e injusta. Es como criticar al vecino al que acude todo el barrio para que le resuelva un problema.

 

En este enlace puedes descargar "En defensa del buen Power Point".

 

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