Inteligencia colectiva para innovar
Nacho Muñoz: "El perfeccionista pasional"

Hablar de perfeccionismo supone abordar un término que está a medio camino entre la patología y la normalidad psicológica, entre el comportamiento inadecuado y la conducta deseable. Con este artículo profundizamos en la actitud perfeccionista como habilidad para innovar.
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Ya vimos en el anterior boletín de eMOTools que estamos metidos de lleno en la investigación y descripción del perfil de la persona innovadora. Publicamos una reflexión inicial para situar el marco de referencia conceptual de estas habilidades para innovar y, también, hemos profundizado en el buscador de oportunidades, la primera de las i-skills analizadas. En esta ocasión vamos a tratar una habilidad un tanto delicada, la que hemos venido a llamar como perfeccionismo pasional.
Hablar de perfeccionismo supone abordar un término que está a medio camino entre la patología y la normalidad psicológica, entre el comportamiento inadecuado y la conducta deseable, de ahí que sea un concepto difícilmente catalogable como habilidad.
El perfeccionismo ocupa un lugar un tanto contradictorio en las organizaciones. La paradoja reside en que descubrir un perfil perfeccionista en una entrevista de selección de personal, o durante la creación de un nuevo grupo de trabajo, puede resultar muy interesante: tener a un perfeccionista en el equipo garantiza ese filtro de calidad siempre deseable tanto en el proceso como en los resultados del mismo. Sin embargo, se sospecha también que hay algo oculto en el perfeccionista, un modo de ser que puede enturbiar las relaciones dentro de los equipos de trabajo. Así, nos encontramos a muchas personas que, sabiéndose perfeccionistas, les cuesta definirse y mostrarse como tal, pues implícitamente están creyendo reconocerse con un tipo de personalidad (quizá disfuncional) que molesta al resto: ser perfeccionista supone realizar críticas y sugerencias constantemente, saliéndose del conformismo que en muchas ocasiones reina en los equipos de trabajo.
Al igual que prácticamente todas las personas aseguran que saben conducir sus vehículos más que correctamente (hecho bastante cuestionable), todas las personas tenemos asumido que ponemos lo máximo de nuestra parte para hacer nuestro trabajo de la mejor de las maneras posibles. La intención de tener el “trabajo bien hecho” está presente en el discurso de todas las personas cuando nos encontramos en escenarios profesionales. Sin embargo, la realidad nos dice que ser perfeccionista es más complicado de lo que parece.
El perfeccionismo es una actitud, un modo de afrontar no sólo los grandes retos profesionales, sino también los asuntos menos transcendentes de la cotidianidad laboral. La actitud perfeccionista supone tener la creencia de asumir que siempre hay un modo mejor de hacer las cosas, que hay que salir de la zona de confort que te proporciona el conformismo de un trabajo digno y ser consciente que siempre se pueden pulir y mejorar los asuntos en los que uno se ve envuelto.
Además, la actitud perfeccionista actúa como motivador, como motor para perseverar ante los obstáculos. Esos obstáculos suelen ser los que activan la actitud conformista contra la que lucha el perfeccionismo: la presión que producen los plazos de tiempo, el cansancio o la emergencia de otras tareas hace que optemos por poner el punto y final a una tarea, un documento o un proyecto, justo antes de que pudiera hacerse presumiblemente una mejora en el mismo.
¿Por qué el perfeccionismo es una habilidad para innovar? A continuación, 5 claves para conocer mejor este perfil:
(I) Cultura del fast work y la actitud perfeccionista
El ritmo vertiginoso en el que nos movemos no marida bien con una actitud perfeccionista: producir un buen resultado requiere un tiempo del que a veces no disponemos. Ser perfeccionista supone enlentecer todos los procesos internos para revisar y mejorar lo que ya se ha realizado, algo que no siempre es posible. La presión temporal nos invita a echar el cierre antes de tiempo, antes de perfeccionar el resultado final.
El perfeccionista sabe bien que el tiempo juega en su contra y, por ello, prioriza aspectos relacionados con la productividad personal o, al menos, evita todo el caos posible a su alrededor, para optimizar los tiempos que le tienen permitido para hacer las cosas de la mejor de las maneras posibles. Los perfeccionistas más caóticos optan por sacrificar tiempos normalmente destinados al ocio y/o la familia o amigos para sacar adelante con los niveles de (auto)exigencia que impone a su desempeño profesional. Los excesos de este recurso, como en todo, no parece que sea lo más adecuado.
(2) La gestión del error en el perfeccionista
- Mafalda encontró a Guille, su hermanito, llorando desconsoladamente:
- — ¿Qué te pasa, Guille?
- — Me duelen los pies —responde entre pucheros.
- Mafalda se fija en los pies del crío y le explica:
- — Claro, Guille, te has puesto los zapatos cambiados de pie, al revés.
- Guille, tras un instante para comprobar el hecho indiscutible, comienza a berrear más fuerte. Mafalda le interrumpe:
- — ¿Y ahora?
- — ¡Ahora me duele mi odgullo!
La actitud perfeccionista, cuando se exhibe en equipos de trabajo, puede generar fricciones entre sus miembros. Un perfeccionista hace sugerencias de mejora o correcciones a trabajos desarrollados por otros miembros de manera recurrente, y lo hace para mejorar el resultado final. Sin embargo, el receptor de estas críticas tiene que hacer un gran esfuerzo por no sentirse dañado.
La habilidad del perfeccionista pasional consiste no sólo en orientarse a los resultados, sino también en ser empático con quien va a recibir la crítica y hacer la misma desde el punto de vista más constuctivo posible, a fin de ser percibido por el grupo como un perfil experto orientado a la calidad, y no como un obsesivo que pretende constantemente identificar errores ajenos o ensalzar su brillantez.
(3) Responsabilidad vs victimitis
Trabajar desde una lógica perfeccionista implica ser consciente de la responsabilidad que implica estar al frente de una función o tarea determinada, y optar por sentirse propietario de dicha responsabilidad (incluso cuando se trabaja por cuenta ajena) a fin de cuidarla con todo el esmero posible.
Cuando no se ejerce esa responsabilidad, y en consecuencia los resultados son mediocres, se activa un patrón de pensamiento malicioso: el de responsabilizar en otros (hechos, personas...) nuestro mal resultado. Es lo que se conoce como victimitis.
La victimitis es una sugerente estrategia para creernos eliminar la responsabilidad que tenemos sobre nuestro desempeño y, así, descargarnos de la terrible carga del trabajo mal hecho, opuesta a la creencia de que siempre hacemos el trabajo bien hecho, tal y como se dijo antes.
El perfeccionista, sin embargo, consciente de la sibilina acción de la victimitis, antepone una creencia responsable sobre la cual opera: no tengo derecho a quejarme del entorno si encuentro que no he puesto todo de mi parte para lograr los resultados esperados.
(4) Prototipado vs resultadismo
El perfeccionista pasional es así porque quiere crecer como profesional. La actitud por aprender es una constante y dicho aprendizaje lo adquiere no sólo de los resultados de los trabajos que desarrolla junto con otros, sino también (y sobre todo) de los procesos internos que dan lugar a esos resultados.
A fin de lograr un resultado mejor, el innovador utiliza prototipos que van evolucionando a través de iteraciones recurrentes, mediante el análisis recursivo de cada una de las partes del prototipo que permite que se vayan precisando las bondades del trabajo y eliminando sus imperfecciones. Es justo ahí donde se producen los aprendizajes que el perfeccionista trata de adquirir.
Otro modo de trabajar consiste en pensar de un modo resultadista, atajando siempre que se puede, escatimando esfuerzos por mejorar el contenido a costa de maquillar todo lo posible las formas de presentación del resultado definitivo. El resultadista no valora el aprendizaje. Sin embargo, el perfil innovador no puede permitirse olvidar el componente de aprendizaje intrínseco a cualquier desarrollo: su solvencia como profesional a medio plazo estaría en peligro.
(5) Peligros del perfeccionismo
Conviene apelar a la mesura cuando actuamos desde conductas perfeccionistas. Para evitar consecuencias desagradables derivados de una actitud perfeccionista conviene recordar que:
- La idea de la perfección es imposible.
- El valor de una persona no reside unicamente en sus logros o fracasos.
- Equivocarse es una parte del proceso de aprendizaje en un entorno en el que la innovación está presente.
- Es más rentable centrarse en lo positivo que incidir en exceso en lo negativo.
- Pensar siempre si se ha hecho una evaluación realista de los objetivos y/o proyectos.
Como siempre, en un término medio encotraremos... ¿la perfección?
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